El ser más grande que ha existido en este mundo es Cristo-Jesús. Dios y hombre verdadero, causa de nuestros bienes todos, esperanza ciertìsima de los que pronto alcanzaremos. Para el cristiano que conoce su fe sabe que ella se resume toda en Cristo. Su vida debiera pretender como la de Pablo, ser prolongación de la vida de Cristo.
Ahora bien, Cristo fue sacerdote, y todo sacerdote es otro Cristo. Las características del sacerdocio católico no son más que repetición de las que Cristo ostentó en su persona; los poderes y la acción de nuestros sacerdotes son un eco de los poderes y de la acción de Cristo.
Jesús sacerdote, ofreció el gran sacrificio de su Cuerpo y Sangre, en rendición de los pecados, perdonó las culpas de los pecadores, nos diò los sacramentos, canales de gracia; predicó la Buena Nueva, el Evangelio de nuestro rescate y divinización, consagró su vida a la formación de las almas y a consolar y a aliviar los dolores; y finalmente buen Pastor, diò la vida por sus ovejas. Él es con toda verdad el primero y el gran sacerdote, y aunque todas sus acciones fueron de valor infinito porque eran divinas, sin embargo las más trascendentales para la humanidad fueron las que practicó como sacerdote.
(Libro "La Vocación" - Padre Eliècer Sàlesman)